luminiscencia
aquí acostado eternamente viendo hacia arriba,
desde esta prisión, en donde maldigo ,
pero nunca escupo,
en donde mis muñecas roídas,
ya no producen tintineos al moverse con las cadenas,
no hay fuerzas, ni para gritar, ni para sollozar,
hacia arriba estas tu mirándome,
lo sé,
yo desde acá buscándote,
escudriñando este techo,
viendo como mis palabras te acarician
pero sin observarte
sin sentir tus melifluos y encarnecidos labios
sentir la etérea presión de tus piernas entre las mías,
las recuerdo,
te recuerdo aquí sonámbulo,
viviendo una época que ya olvido,
en la que no pertenezco y no pertenecí,
pero en la confusa visión de mis torpes ojos,
veo tu inefable rostro, y ya cuando no lo creía
cuando los dolores hacían que me fuera a desvanecer,
por serendipia, te volví a hallar otra vez,
por limerencia volví a actuar,
y en ese instante y no otro,
el arrebol abrió mis ojos,
decidí que mis manos no me hacían falta para vivir
viví,
y enloquecí,
el desenlace inmarcesible ocurrió,
sucumbí ante la efervescencia de la elocuencia,
y pague el desangrado,
porque se puede vivir sin manos
pero no sin sangre,
sin liquido,
sin agua,
pero tampoco sin ti
la incandescencia fue efímera,
allí yo conocí la iridiscencia de tu mirada,
en mi soledad la epifanía del olvido
que no muere, ni renace, ni reencarna,
que sólo permanece
cuando la aurora aparecía en el horizonte me recapturaron,
ya no importaba cuando mis carceleros me encadenaban a mis brazos
perforaban ahora mis hombros
ya que en la lejana oscuridad podías ver ahora la luminiscencia que emanaba
de ti en mí.
desde esta prisión, en donde maldigo ,
pero nunca escupo,
en donde mis muñecas roídas,
ya no producen tintineos al moverse con las cadenas,
no hay fuerzas, ni para gritar, ni para sollozar,
hacia arriba estas tu mirándome,
lo sé,
yo desde acá buscándote,
escudriñando este techo,
viendo como mis palabras te acarician
pero sin observarte
sin sentir tus melifluos y encarnecidos labios
sentir la etérea presión de tus piernas entre las mías,
las recuerdo,
te recuerdo aquí sonámbulo,
viviendo una época que ya olvido,
en la que no pertenezco y no pertenecí,
pero en la confusa visión de mis torpes ojos,
veo tu inefable rostro, y ya cuando no lo creía
cuando los dolores hacían que me fuera a desvanecer,
por serendipia, te volví a hallar otra vez,
por limerencia volví a actuar,
y en ese instante y no otro,
el arrebol abrió mis ojos,
decidí que mis manos no me hacían falta para vivir
viví,
y enloquecí,
el desenlace inmarcesible ocurrió,
sucumbí ante la efervescencia de la elocuencia,
y pague el desangrado,
porque se puede vivir sin manos
pero no sin sangre,
sin liquido,
sin agua,
pero tampoco sin ti
la incandescencia fue efímera,
allí yo conocí la iridiscencia de tu mirada,
en mi soledad la epifanía del olvido
que no muere, ni renace, ni reencarna,
que sólo permanece
cuando la aurora aparecía en el horizonte me recapturaron,
ya no importaba cuando mis carceleros me encadenaban a mis brazos
perforaban ahora mis hombros
ya que en la lejana oscuridad podías ver ahora la luminiscencia que emanaba
de ti en mí.
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